…pero con cerebro se venden.

Si te sientes más cómodo, llámame exagerado.

Pero vayamos a la raíz, a los argumentos de mi sesuda reflexión 🙂

Da igual si es un piso o tu nuevo móvil. Sé honesto. Piensa en tu última compra.

¿La hiciste con la cabeza o con el corazón?

Que si. Que luego el cerebrito mitiga nuestros remordimientos y trabaja a toda velocidad para validar la decisión. Pero la decisión, ese último pasito, te lo da el corazón.

Sin embargo, ocurre justo lo contrario si queremos vender bien.

Si nos guiamos por el corazón, es muy probable que nos equivoquemos.

Hay que ser objetivo, frío y calculador.

Por eso hay que hacer el ejercicio (cerebral) de ponerte en el lugar del comprador.

Entender lo que necesita y dárselo.

Si le intentas convencer con datos y características, le obligas a comparar y puedes salir perdiendo.

Pero, ¡ay, si llegas a su corazón!

Ahí es donde te lo ganas. De ahí no se escapa.

De ahí la necesidad de crear endorfinas 💊.

Si haces un video de tu promoción, te meterás en su corazón y no hará falta que recurras a su cerebro. El cliente justificará su decisión. No te preocupes de eso.

Dame un dato:

¿Qué porcentaje de pisos has vendido apelando a lo emocional y cuántos a lo cerebral?

Pues eso 🙂