¿Existen todavía las guías telefónicas?
Corrígeme si me equivoco, pero creo que no.

Lo siguiente menos entretenido de leer que se me ocurre son los prospectos médicos.

No sólo son aburridos. Se te quitan las ganas de tomarlo si lees (con gafas en mi caso) el diminuto texto del prospecto.

Entre las contraindicaciones y los posibles efectos secundarios, se te quitan las ganas de arriesgarte aunque te lo haya prescrito un premio Nobel.

Qué motivador sería que, en su lugar, nos hablasen de los beneficios tras tragarlos.

Pues eso.

Con el marketing inmobiliario pasa lo mismo.

Por muy orgulloso que estés de los materiales carísimos que has utilizado en la fachada o de los metros cuadrados que tiene el balcón inservible de turno o de que están a 10 km de la playa, no hables de datos.

Habla a tu cliente de los beneficios.

De que no necesitará mantenimiento, de que desde el balcón verá de noche la preciosa fuente de la plaza o de que se podrá pegar un baño al atardecer a menos de 5 minutos.

Trasládale a ese futuro aspiracional con el que sueña y para el que va a embargarse de por vida.

Con datos podrás llegar a su cerebro pero ahí no decide nada.

Llega a su corazón y cerrarás la venta. Sólo allí tomará la decisión.

En definitiva, sé buen doctor y habla a tu cliente de los beneficios de tu tratamiento.
Puedes meterle miedo con lo que significaría no comprarte pero no abuses.

Haciendo eso verás como les cambia la cara y firmarán mucho antes.

Y tú, ¿qué técnica de las dos utilizas para vender?