Estás encerrado en una habitación a oscuras.

No hay ventanas.

Sólo una puerta sin manivela con una cerradura.

Un hilo de luz pasa por debajo de ella.

Desde una esquina del techo de la habitación, un altavoz te dice:

“Sólo puedes salir de la habitación con una llave. Te la puedo pasar por debajo de la puerta. ¿La quieres?”

No entiendes nada. Tienes frío y estás acojonado.
No sabes cómo has llegado hasta ahí pero está claro que quieres salir.

Tras unos segundos, con voz tímida, contestas que sí.

“Buena elección” dice la voz oculta.

“Tienes dos opciones: una de las llaves quizá abra la puerta y la otra seguro que lo hace” ¿cuál de las dos quieres?”

Ya no tardas nada en contestar: Quiero la segunda por favor.

“Entiendo. Pero, ya sabes: todo en la vida cuesta” Qué cabrona es la puta voz esta.
A continuación, preguntas cuánto valen.
Como el dinero no te falta, ves más cerca la posibilidad de salir.

“La primera vale 2.000€ y la segunda 30.000€, ¿cuál quieres?”

Aquí vuelves a tardar unos segundos pero eliges la segunda y ves arrastrarse la llave por debajo de la puerta. La metes por la cerradura tanteando la puerta de abajo a arriba, sales por la puerta y … te despiertas.

Tienes que minimizar los riesgos en tu empresa. Jugártela con decisiones que igual funcionan, no es suficiente. Acabarás gastando más dinero en lo que no funciona, y luego en lo que funciona de verdad.

¿Has sufrido alguna pesadilla parecida?