Los de nuestra generación nos quedamos alucinados cuando vimos por la tele a David Copperfield haciendo desaparecer la estatua de La Libertad o atravesando la Gran Muralla China.

La magia que provocaba era tan alucinante que nos daba igual cuál era el truco.

Hacía desaparecer “cosas” de gran tamaño que sabíamos que estaban allí.

Convertir los planos del arquitecto en una realidad creíble, también tiene algo de truco, ya que “hacemos aparecer” algo que, para la mayoría de los mortales, no existe todavía.

Ahora ya no parece tanta magia pero, cuando empezamos a hacerlo en los 80, a muchos nos cautivó y enseguida vimos las necesidades que cubriría esta tecnología.

Últimamente, todos estamos fascinados por el potencial de la IA.

Nos vuelve a parecer magia. Pero de eso hablaré otro día.

Antes, hacer algo por ordenador, tenía valor por el simple hecho de que no estaba hecho a mano. Ya no sorprende pasar del 2D al 3D, pero hay algo que marca la diferencia:

La Magia..

La magia que trasciende la traducción técnica de una realidad bidimensional a otra tridimensional.

La magia que produce EMOCIÓN cuando un espectador ve una recreación por ordenador y ve que no es como las demás.

Que tiene algo que le engancha y atrapa su corazón.

Muchas empresas se limitan a una mera traducción literal de la información. Incluso dicha “traducción” es impecable en términos técnicos. Pero no es suficiente.

Si la visualización no conecta emocionalmente, mágicamente, con el espectador, se pierde una gran oportunidad. No es tan útil para el promotor.

Si quieres que generemos un momento mágico y tu cliente quiera comprarte, escríbeme y hablamos de tu próximo proyecto.

PD: no iré con chistera.