Sé que es una situación muy desalentadora.
Has conseguido (con mucho esfuerzo) llevarlo a tu territorio. Está sentado contigo, muy cerca. Con calma, se lo vas contando todo y acabas.
Llega entonces uno de los momentos más importantes del proceso: su reacción. Y…
…no pasa nada.
Se queda igual de emocionado que cuando un semáforo se pone en rojo.
Quizá no hayas perdido toda su confianza, pero si su atención y, sobre todo, su ilusión.
Ese es un momento dramático y de difícil arreglo.
A partir de entonces, no callas.
Intentas recuperar el terreno perdido pero ya es tarde.
Le has decepcionado.
Esperaba más de ti y de tu empresa.
Se levanta y se va. Y tú, te lamentas otra vez por no haber acertado.
Pues mira, ya ves, ese terrible momento, puede ser de otra manera.
Al principio pensábamos que cuando entregábamos nuestro trabajo ya estaba todo hecho, pero no era así. Faltaba lo más importante:
La reacción de tu cliente tras ver el vídeo.
De repente, surge la magia y…¡zasca!
Algo cambia en la cara de tu cliente. Su rostro neutro se torna amable. Incluso esboza una leve sonrisa. Se gira y mira a su pareja. Los dos quieren descubrir si están sintiendo lo mismo.
¡Tu cliente ha empezado a generar muuuuuchas endorfinas sin saberlo!
Recuerda: no pagas por el trabajo que lleva hacer una visualización de calidad, sino por el efecto que produce.
En el pasado, ¿has padecido una situación similar?, ¿la resolviste?
Cuéntame.